Gala Martinez (274km)

“274 km. es una historia de amor, que es lo que contamos: historias de amor”, dice Gala Martínez López, la persona que está al frente de esta iniciativa, llamada 274 km., que hace ya 12 años que cuenta, a través de reportajes fotográficos, historias vitales que se heredarán de generación en generación.

Los grandes momentos de la vida, como la boda, el embarazo, el bautizo, los cumpleaños, la comunión… y cualquier encuentro familiar que se quiera enmarcar o guardar cerca del corazón, es lo que se dedican a retratar los profesionales de 274 km. desde una perspectiva de naturalidad y tranquilidad, para que los protagonistas puedan ser espontáneos y estén a gusto durante la sesión de fotos.

A lo largo de 12 años han tenido relación con algunas familias desde el principio, y han convertido en instantáneas todos sus eventos especiales, desde los más relevantes hasta los más íntimos, como puede ser una sesión de fotos de abuelos y nietos en la casa familiar. “Es una fotografía muy de corazón, de llegar al fondo de las familias como si fueses parte de ellas”, cuenta gala.

Gala es de Oviedo pero creció en Rubí, y en 274km. es quien hace las fotos y gestiona los proyectos y el estudio de L’Hospitalet del Llobregat. Trabaja con dos compañeros: Esther, su “alma gemela fotográfica”, dice Gala, y Sergio, quien se encarga de editar y dar el toque final a las fotos. Y todo esto lo cuenta ella con Greta, su perra, muy atenta, casi como si pudiese entenderla y aprovechando cualquier pausa para pedir atención y caricias.

El estudio de 274km. en Avinguda del Carrilet es un espacio luminoso por un gran ventanal de techo a suelo que lo baña todo de una luz agradable. Se trata de un sitio espacioso y parece algo vacío, pero si te fijas hay muchos objetos de decoración bien ordenados, todos de tonos pastel blanquecinos y rosados esperando a ser usados en alguna fotografía: cestas y cestitas de todo tipo, maletas antiguas, taburetes, juguetes de madera, jaulas en las que nunca ha habido pájaros, alfombras y colchas, atrapasueños, un columpio de madera y cuerda, muchas flores de tela…

Gala está totalmente mimetizada con el espacio, con su estilo bohemio, mientras explica cómo descubrió su pasión por la fotografía: “Nunca he estudiado fotografía, aprendí usándola”, reconoce, pero es que hace años que trastea con cámaras: con solo 11 años ahorró para comprarse una, porque quería guardar los momentos importantes. “Hacer fotos era algo muy social, yo siempre he sido la amiga de las fotos”, dice.

De hecho, dice que se le ocurrió que podía ser fotógrafa profesional a raíz de ver cómo gustaban las fotos que hacía de sus amigas cuando éstas las subían a su Facebook. Pensó que quizás se podía dedicar a eso, pero no quería retratar a modelos: lo suyo era “hacer que la gente normal salga guapa. Todo el mundo es fotogénico, sólo hay que saber encontrar su belleza”, asegura.

Aprendió mucho también en foros de internet, contactando con gente apasionada de la fotografía que organizaba salidas para hacer fotos, y compartían trucos y consejos. Y también por eso le encanta la fotografía lifestyle, es decir, de gente que no es modelo pero quiere tener unas buenas fotos. “Mi vida fotográfica es un cóctel de todo lo que me ha ido gustando”, asegura.

En cuanto al negocio, asegura que ha evolucionado mucho en muchos sentidos: para empezar, ahora la cámara que más usa es una Canon R -empezó de niña con una de usar y tirar que le compró su padre- y ahora ve la fotografía como una herramienta de comunicación artística para toda clase de eventos y ocasiones especiales, como puede ser una boda.

Antes, cuando empezó, recuerda que había mucha influencia de lo analógico, y cree que el cambio y la evolución vino dada por las redes sociales y los fotógrafos de lifestyle de Estados Unidos, siempre a la cabeza, según dice.

Mientras espera que llegue una clienta a quien va a hacer una sesión fotográfica por su embarazo, nos cuenta que en el edificio en el que tiene su estudio hay mucha “germanor” -lo dice así, en catalán- porque ella a veces alquila su estudio a otros fotógrafos, a los que les pueda interesar usarlo para hacer sus sesiones fotográficas, y puerta con puerta hay una maquilladora, Brenda, que contrata para muchos de los trabajos que hace.

Al final Greta reclama, ya no atención y mimos sino directamente protagonismo, y posa con Gala para las fotos que ilustran esta entrevista. Se nota que han estado cientos, miles de veces detrás de la cámara, porque saben exactamente cómo posar.

Descubre el trabajo de 274km en: http://274km.com